Responde con la más cruda sinceridad posible a estas preguntas:
¿Qué pasaría si mañana tu negocio amanece hecho cenizas por un aparato que hizo corto circuito y quemó todo tu negocio?
¿qué pasaría si ese incendio se propaga al local de tu vecino y se queda igual que tú. ¿Sin negocio y sin su principal fuente de ingresos?
¿Qué pasaría con tu estabilidad económica si de repente entran un par de delincuentes a tu negocio y se roban gran parte de tu patrimonio?
Ante cualquiera de estos escenarios, alguna persona cercana a ti te hará la siguiente pregunta, a la cual quiero que contestes también con cruda honestidad:
Oye, ¿y tenías asegurado tu negocio?
Las primeras preguntas no dependen de ti. Pero la respuesta de ésta última sí depende absolutamente de ti.
Tener un seguro de daños NO es ningún lujo. Se trata de una inversión que te podrá ahorrar cientos de miles de pesos ante siniestros en los cuales tú no tienes ningún control, tales como un robo o una inundación.
Sólo ponte a pensar cuánto dinero tienes reinvertido en tu negocio, cuantos años te ha tomado tener lo que hasta ahora has logrado con tu esfuerzo y cuánto podrías perder literalmente de un día para otro. Si bien, es muy probable que tu negocio ya cuente con cámaras de seguridad, éstas en ningún momento te garantizan que te devolverán los artículos robados, amén del viacrucis que implica levantar una demanda, demostrar la posesión de tus bienes mediante facturas, así como la remota posibilidad de que la policía atrape a los delincuentes y te devuelvan tus bienes tan preciados.
Podrías tardar varios años o incluso meses en recuperar tus mercancías robadas. Mientras tanto, necesitarás seguir trabajando, ya que tus compromisos siguen corriendo.
Otro siniestro que me pone la piel de gallina es la de un probable incendio en mi consultorio. Me he imaginado varias veces la escena de cerrar mi consultorio en la noche y a la mañana siguiente verlo hecho escombros, con los bomberos y los policías en las inmediaciones de mi negocio. Pero ahí no se detiene la cosa, ya que en estas circunstancias es altamente probable que los locales de mis vecinos puedan verse dañados de manera parcial o total. Y créeme que ninguno de ellos se va a apiadar de mi pobre suerte sin antes asegurarse que les resarciré el daño que les he causado.
Cuando me imagino ante estos posibles escenarios, me invade el miedo y me aseguro de que mi seguro de daños está vigente.
Espero de verdad que nunca tengas que pasar por una circunstancia tan desgarradora como la de perder tu negocio de un día para otro. Pero si ese día llega, espero que cuando te pregunten si tenías un seguro de daños en tu negocio, respondas con un rotundo “Sí” que te devuelva el alma al cuerpo.
Espero saber de ti muy pronto por medio de mi canal de youtube y el resto de mis redes sociales, Instagram, Youtube y Facebook